martes, 6 de marzo de 2012
leer para soportar
Larralde José
Que manos recogerán las libertades perdidas
quizá, las mismas que recogen las estrellas que mueren
o tal vez, queden ahí para regocijo de algún ángel perverso.
Una lágrima sostengo en el hueco de mi mano
quien podrá responder a mi pregunta cuando pregunto
¿de qué están hechas las lágrimas que pesan tanto?
Que gusto a viento tienen las distancias.
Una barriada azul allí entre las escarchas
alborotando trinos de primaveras idas
por detrás de las lomas inquieta de estar solas
esperando a aquel niño que se marchó en silencio
con la boca partida de sabañón y hambre
nunca más fue a buscarte.
Terrón engramillado por los huesones hondos de los carros de paso
embarazados todos de alfalfas y de pastos
arrastrados por pechos y el cortado de látigos
que no dejaban marcas pero anunciaban algo.
nunca volvió y quien sabe si ha de volver un año
por detrás de la loma, algo muerto y cansado
para arrastrar los soles de sus días gastados
y beber de las aguas de los ausentes charcos
y de sus manos vuele la inocencia de un llanto.
¿De que está hechas las lágrimas que pesan tanto?
Que gusto a viento tiene las distancias.
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