martes, 13 de marzo de 2012
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años
Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / 159
Recomendaciones para el diagnóstico y
tratamiento de las infecciones respiratorias
agudas bajas en menores de 2 años
Comité Nacional de Neumonología, Subcomisión de Epidemiología,
Comité Nacional de Infectología, Comité Nacional de Medicina Interna
Subcomisiones y Comités
INTRODUCCIÓN
A pesar de los avances logrados con
relación a 1994, cuando se redactó la
primera versión de las “Recomendaciones
para el manejo de las infecciones
respiratorias agudas bajas (IRAB) en menores
de 2 años”,1 esta patología continúa
siendo una importante causa de
morbimortalidad en nuestro medio. Esto
obliga a mantener una permanente actualización
de las guías de diagnóstico y
tratamiento.
Han participado de la elaboración y
discusión de este documento, integrantes
de los Comités Nacionales de Neumonología,
Infectología, Medicina Interna y de
la Subcomisión de Epidemiología.
Nuevamente se ha puesto el énfasis en
los menores de 2 años de edad, pues es
precisamente el grupo más vulnerable a
esta patología.
EPIDEMIOLOGÍA
Numerosos investigadores han centrado
su interés sobre la epidemiología de las
infecciones respiratorias agudas (IRA).2-6
Sin embargo, la influencia de factores
locales (geográficos, climáticos, socioeconómicos,
culturales) hace necesario
que cada región deba tener sus propias
evaluaciones.
En nuestro país, el informe más completo
sobre el tema fue llevado a cabo por
Ávila y col.7 En 1.230 niños con IRAB
menores de 5 años, estudiados entre 1984
y 1988, se llegó a diagnóstico etiológico en
44,4%; 30,2% correspondieron a virus,
10,9% a bacterias y 3,3% a infecciones
mixtas. De las neumonías en las que se
llegó a diagnóstico etiológico, 19,2% fueron
virales, 12,8% bacterianas y 2,7% infecciones
mixtas. De las bronquiolitis en
las que se llegó a diagnóstico etiológico,
Participaron en la discusión y redacción de este Consenso:
Comité Nacional de Neumonología: Dres. Teresa Acuña, Verónica Aguerre, Irene Araoz de Díaz,
Ana Maria Astigarraga, Ana María Balanzat, Patricia Barral, Sandra Barria, Guillermo Bayley Bustamante,
Elsa Bisero, Elena Bonifachich, Angel Bonina, María Elena Borda, Rubén Bosi, Beatriz Broglia,
Norma Elizabeth Bujedo, Claudio Castaños, Myriam Claudia Chirichella, Mónica Chort, Virginia D’Alessandro,
Ricardo Dalamon, Nora Díaz, Victoria Díaz, Graciela Diez, Juan Carlos Ditondo, Fernando Ferrero, Marcela Fraga,
Liliana Matilde Gallardo, Liliana Beatriz Gauna, Verónica Giubergia, Ruth Goñi, Norma González,
Hebe González Pena, Mario Grenoville, Juan Mario Jacobacci, Ana Cristina Jativa Zambrano, Verónica Khon,
Germán Lazarte, Carlos Macri, Alberto Maffey, Inés Marques, Adriana Márquez, Gisela Martinchuk Migliazza,
Fernando Meneghetti, Isabel Miceli, Alicia Michelini, María José Monella, Laura Moreno,
José Nicolás Moreno Guarnido, Leonor Moro, Raquel Muiño de Silberberg, Patricia Murtagh, Julio Nadeo,
Silvia del Valle Orosco de Dip, Patricia Paba, Luis Alejandro Parra Estévez, Víctor Pawluk, Elba Pelaya,
Graciela Beatriz Pereyra de Engler, Leonor Silvia Pereyro, María Carlota Pérez, María Dina Pérez Lindo,
Judith Pierini, Néstor Daniel Pisapia, Doris Primrose, Laura Razovich, Fernando Rentería, Viviana Rodríguez,
Marcela Roque, Félix Maximiliano Salim, Liliana Sclavo, Edgardo Segal, Clara Sersic, Silvina Smith, Teresita Solís,
Liliana Spossi, Jorge Taborda, Hernán Talamoni, Alejandro Teper, Angel Turganti, Jorge Urrutigoity,
Analía Vidal, Santiago Vidaurreta, Fernando Javier Vila, Fernando Wichmann.
Subcomisión de Epidemiología: Dres. Alberto Manterola, Gloria Muzzio de Califano.
Comité Nacional de Infectología: Dres. Elizabeth Bogdamowich, Miriam Bruno, Enrique Casanueva,
Alejandro Ellis, Ángela Gentile, Rina Moreno, José Marcó de Pont, Carlota Rouss, Raúl Ruvinsky, Rafael Zlatkes.
Comité Nacional de Medicina Interna: Dres. Héctor Cairoli, Edgardo Checacci, Cristina Giménez,
Alejandro Pace, Mariana Rodríguez Ponte, Lilian Sosa, Ana Speranza.
160 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
39,7% fueron virales, 1,9% infecciones mixtas.
Los virus más frecuentemente aislados
fueron sincicial respiratorio (60,0%), adenovirus
(8,6%) y parainfluenza 3 (6,4%). Las
bacterias más frecuentemente encontradas
fueron Streptococcus pneumoniae (39,0%), Haemophilus
influenzae B (11,5%) y Mycoplasma
pneumoniae (11,0%).
A pesar de la excelente metodología con
la que se llevó a cabo ese estudio, varios
elementos surgidos en estos últimos 15 años
hacen necesario validar sus resultados. La
incorporación de la vacunación contra Haemophilus
influenzae B al calendario oficial
ha hecho que la prevalencia del microrganismo
haya disminuido muy significativamente.
8 Por otra parte, han emergido agentes
etiológicos (como el metapneumovirus)
cuya participación aún no está absolutamente
definida.9 Finalmente, la posibilidad
de disponer de más y mejores elementos
de diagnóstico etiológico permiten identificar
la participación de microrganismos
a los que habitualmente no se asociaba con
estos cuadros.
El estudio de la epidemiología de las IRAB
también incluye la identificación de factores
de riesgo. Su importancia se basa en la posibilidad
de implementar medidas efectivas
de control o prevención.
Se han llevado a cabo numerosos estudios10-
17 al respecto; nos permitimos señalar
los más evidentes (Tablas 1 y 2).
ENTIDADES CLÍNICAS
Bronquiolitis
Definición
Primer episodio de sibilancias asociado a
evidencia clínica de infección viral en un niño
menor de dos años. Es una inflamación difusa
y aguda de las vías aéreas inferiores, de naturaleza
infecciosa, expresada clínicamente por
obstrucción de la vía aérea pequeña.
Epidemiología
Es más frecuente en lactantes, especialmente
menores de 6 meses. Predomina en los meses
de otoño-invierno.18
Menos del 3% de los lactantes sin factores
de riesgo requieren internación y en ellos la
mortalidad es menor de 1%.
La situación es distinta cuando existen
factores de riesgo. En menores de 30 días
internados por bronquiolitis, hasta el 35%
puede requerir cuidados intensivos con asistencia
respiratoria mecánica, y en prematuros
con displasia broncopulmonar la incidencia
de hospitalización puede alcanzar más
del 10%.19 Los pacientes con cardiopatía congénita
pueden requerir cuidados intensivos
cuatro veces más frecuentemente que los
niños sanos, con una mortalidad del 37%.20
En general, los niños con factores de riesgo
para desarrollar enfermedad grave por virus
sincicial respiratorio (VSR) presentan internaciones
más prolongadas, con más días de
tratamiento con oxígeno y más riesgo de
requerir ARM como parte del tratamiento.21
Agentes etiológicos más frecuentes
El más frecuente es el VSR, responsable
del 70% de los casos de bronquiolitis (especialmente
en invierno).18 Otros agentes
virales como adenovirus, parainfluenza,
influenza, rhinovirus y metapneumovirus
TABLA 1. Factores de riesgo para padecer infección
respiratoria
Del huésped Falta de lactancia materna
Vacunación incompleta
Prematurez/Bajo peso al nacer
Desnutrición
Del medio Hacinamiento
Época invernal
Asistencia a guardería
Madre analfabeta funcional
Madre adolescente
Contaminación ambiental
Contaminación domiciliaria
(tabaco, consumo de biomasa
para calefacción o cocina)
TABLA 2. Factores de riesgo de IRAB grave
Edad menor de 3 meses
Inmunodeficiencias*
Cardiopatías congénitas
Enfermedades pulmonares crónicas
Prematurez/Bajo peso al nacer
Desnutrición
* En el caso de los pacientes con SIDA se deberán
considerar los gérmenes prevalentes en este grupo.
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 161
también pueden causarla, aunque con una
frecuencia mucho menor.22
El VRS es transmitido por secreciones
contaminadas de un contacto cercano, en
forma directa o por medio de fomites. En
pacientes ambulatorios, la vía más frecuente
de contagio es el contacto con un enfermo,
mientras que en pacientes hospitalizados son
las manos contaminadas del personal. El
período de incubación es de 2 a 8 días; el
virus se elimina en secreciones respiratorias
durante 3 a 8 días; pueden prolongarse en
niños pequeños e inmunocomprometidos.
Fisiopatología
La infección viral desencadena una respuesta
inflamatoria intensa en las vías aéreas
pequeñas que conduce a edema y necrosis del
epitelio respiratorio y su descamación dentro
de la luz bronquial, lo que ocasiona obstrucción
del bronquio. Algunas vías aéreas se encuentran
parcialmente obstruidas, con alteración
del flujo aéreo normal y atrapamiento
aéreo distal, otras se encuentran completamente
obstruidas produciendo atelectasias.
El compromiso mecánico de la ventilación
interfiere con el intercambio gaseoso. La
alteración más frecuente es la hipoxemia secundaria
a áreas hipoventiladas, que habitualmente
se corrige rápidamente con la administración
de oxígeno. La hipercapnia no
es frecuente, excepto que el niño se encuentre
gravemente enfermo.
Cuadro clínico
• Síntomas de infección respiratoria alta 1 a 3
días antes (rinorrea, tos y eventualmente
fiebre de escasa magnitud).
• Síntomas de obstrucción bronquial periférica
(taquipnea, retracción intercostal, espiración
prolongada, sibilancias, rales, tos)
que pueden durar hasta 5 o 6 días.
• Ocasionalmente apnea, más frecuente cuanto
menor es el paciente.
• Según el grado de incapacidad ventilatoria
podrán determinarse distintos grados
de gravedad. Aunque el empleo de escalas
clínicas para determinar la gravedad
puede ser discutido en investigación, facilitan
el manejo clínico y la toma de decisiones.
Una de estas escalas (escala clínica
de Tal) ha demostrado ser muy útil en la
práctica23 (Tabla 3).
• La valoración a través del puntaje clínico de
Tal (modificada) permite establecer categorías
de gravedad:
- 4 puntos o menos: Leve
- 5 a 8 puntos: Moderada
- 9 puntos o más: Grave
• La clásica evaluación de la gravedad a través
de la alteración del sueño, de la alimentación
o ambos es práctica pero debe ser
reemplazada por el puntaje clínico de Tal,
porque éste muestra mayor correlación con
la aparición de insuficiencia respiratoria.
La medida de la saturación de oxígeno con
el oxímetro de pulso es útil para monitorear
la oxigenación. Su correlación con la escala
de Tal se ha establecido como: leve: ≥ 98%,
moderada 97%-93% y grave ≤92% respirando
aire ambiente.24
Exámenes complementarios
• Hemograma: Habitualmente normal. Tanto
el hemograma como la eritrosedimentación
y proteína C reactiva no son últiles
para el diagnóstico de bronquiolitis. La solicitud
de estos estudios, en muchas ocasiones
demora innecesariamente la decisión
de manejo ambulatorio o internación.
• Gases en sangre: Se solicitarán cuando se
sospeche insuficiencia respiratoria.
• Radiología: La radiografía de tórax es
útil pero no imprescindible si no existe
duda diagnóstica. El signo más constante
es la hiperinsuflación. También pueden
observarse engrosamiento
peribronquial, infiltrados perihiliares
bilaterales, áreas de consolidación
parenquimatosa en parches, atelectasias
segmentarias o subsegmentarias. El hallazgo
de atelectasias en niños con
bronquiolitis puede inducir erróneamente
al diagnóstico de neumonía bacteria-
TABLA 3. Puntaje clínico de gravedad en obstrucción bronquial
(modificado de Tal y col.)23
Frecuencia Frecuencia Sibilancias Uso de Puntos
cardíaca respiratoria músculos
< 6 meses > 6 meses accesorios
<120 <40 < 30 No No 0
120-140 40-55 30-45 Fin Leve, 1
espiración intercostal
140-160 55-70 45-60 Inspir./ Tiraje 2
Espir. generalizado
>160 >70 > 60 Sin Tiraje + 3
estetoscopio aleteo nasal
162 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
na, incrementando las hospitalizaciones,
cultivos y tratamientos innecesarios.25-27
• Pesquisa etiológica: Habitualmente no es
necesaria, especialmente en pacientes ambulatorios.
Es de utilidad en vigilancia
epidemiológica y para decidir las precauciones
en pacientes internados. El diagnóstico
puede realizarse a través de la
investigación de antígenos virales por inmunofluorescencia
indirecta (IFI) o enzimoinmunoensayo
(ELISA) en aspirado
de secreciones nasofaríngeas. Estos métodos
son rápidos y económicos, con alta
sensibilidad y especificidad en relación al
cultivo viral. Se solicitarán al ingresar el
paciente o lo antes posible (la posibilidad
de identificar el virus disminuye luego de
las 72 hs. de comenzado el cuadro). No
deben enviarse nuevas muestras esperando
la negativización de la prueba.
Tratamiento de sostén
Hidratación: En el paciente ambulatorio se
recomendará al encargado de cuidar al niño
que ofrezca abundante líquido por boca. En el
paciente que requiera internación se mantendrá
el mismo criterio si puede ingerir líquidos.
Cuando esté indicada la hidratación parenteral
(taquipnea > 60/minuto) se comenzará el
aporte de agua y electrólitos según las necesidades
de mantenimiento estandarizadas, corrigiéndose
posteriormente el aporte de acuerdo
con los requerimientos reales del paciente
(según diuresis y densidad urinaria). En caso
de existir déficit previo (deshidratación), éste
se corregirá inicialmente.
Tan pronto se resuelvan los síntomas se
reiniciará el aporte por boca.
Alimentación: Siempre que sea posible se
mantendrá la lactancia materna. En todos los
casos se intentará mantener un aporte nutricional
adecuado. La magnitud de la incapacidad
ventilatoria puede hacer necesario fraccionar
la alimentación o incluso suspender el
aporte oral (cuando la frecuencia respiratoria
supere 60 por minuto). En algunos casos se
podrá recurrir al uso de sonda nasogástrica u
orogástrica.
Antitérmicos: Cuando corresponda podrán
emplearse antitérmicos según medicación.
Kinesioterapia: Su aplicación no es necesaria
en los pacientes ambulatorios. Se recomendará
a los padres mantener las narinas
permeables mediante la aspiración de las secreciones.
También se aconsejará mantener al
paciente en posición semisentada. Para los
que requieran internación rigen estas mismas
recomendaciones, que serán implementadas
por el personal de enfermería.
Se podrá recurrir a kinesioterapia cuando
existan abundantes secreciones que aumenten
el riesgo de originar atelectasia. Es necesario
elegir la técnica adecuada, recordando el
riesgo de desencadenar broncobstrucción inducida
por la terapia kinésica. En todos los
casos se deberán valorar riesgos y beneficios;
es recomendable probar inicialmente la tolerancia
a este tratamiento con control de oximetría
de pulso.28
En los pacientes que requieran en los que se
requiera kinesioterapia, un profesional idóneo
deberá llevar a cabo el tratamiento.
Oxigenoterapia: Todos los niños que necesiten
hospitalización deben considerarse
potencialmente hipoxémicos, salvo que se
pruebe lo contrario y se les debe administrar
oxígeno suplementario.28 Es conveniente
monitorear la saturación de oxígeno, intentando
mantenerla por encima de 92%.
Cuando el oxígeno se administre por halo
(flujos de 6 a 12 l/min) debe administrarse
humidificado y calentado; esto no es imprescindible
con flujos inferiores a 1 l/min
(cánula nasal). Las cánulas nasales deben
usarse con precaución en lactantes con bronquiolitis
en etapa aguda debido a que la
congestión nasal puede impedir el adecuado
flujo de oxígeno.
Tratamiento de la obstrucción bronquial
Broncodilatadores adrenérgicos: Si bien aún
persiste controversia sobre el beneficio del
uso de estos fármacos en niños con bronquiolitis,
existe evidencia que justifica su
empleo. El salbutamol puede utilizarse en el
manejo inicial debido a la mejoría clínica
demostrada en niños con bronquiolitis, su
baja toxicidad, fácil administración.Todavía
no se han podido establecer características
que permitan identificar los niños que no
responderán al tratamiento,29 este podría
suspenderse ante la ausencia de respuesta
clínica después de la prueba terapéutica.
El salbutamol se utiliza por vía inhalatoria,
con aerosol de dosis medida (1 disparo= 100
µg) y aerocámara pediátrica con máscara facial.
En pacientes con bronquiolitis moderada
o grave podrá usarse 200 µg de salbutamol (2
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 163
FIGURA 1. Plan de atención inicial del paciente con obstrucción bronquial
Evaluación inicial
Puntaje según escala de gravedad
≤ 4
Domicilio
Salbutamol
1 dosis c/ 4-6 hs.
5-8
Salbutamol
1 dosis cada 20 minutos*
Hasta 3 dosis (máximo 1 hora)
(oxígeno con ≥7)
≥ 9
Internación
Evaluación 1ª hora
Puntaje según escala de gravedad
≤ 5
Domicilio
Salbutamol
1 dosis c/ 4-6 hs.
6-8
Salbutamol
1 dosis cada 20 minutos
Hasta 3 dosis (máximo 1 hora)
(oxígeno con ≥7)
≥ 9
Internación
Evaluación 2ª hora
Puntaje según escala de gravedad
≤ 5
Domicilio
Salbutamol
1 dosis c/ 4-6 hs.
≥ 6
Internación
disparos) cada 20 minutos durante una hora
antes de decidir el destino del paciente.30 La
administración inicial de salbutamol y la evaluación
de la respuesta al tratamiento se efectuará
de acuerdo con la secuencia expresada
en la Figura 1.
Otra alternativa es emplear salbutamol
en nebulización. La dosis sugerida es 0,15 a
0,25 mg/kg/dosis (1/2 a 1 gota/kg de la
solución al 0,5%) en 3 ml de solución fisiológica,
con la misma frecuencia que la utilizada
con el aerosol de dosis medida.
La eficacia, la seguridad y la experiencia
acumulada en el empleo de adrenérgicos β2
hace que no se justifique el uso de adrenalina
en el tratamiento de estos pacientes.31,32
Corticoides: A pesar del rol predominante
de la inflamación en la patogenia de la obstruc-
* 1 dosis de salbutamol es igual a dos disparos (habitualmente 200/mg).
164 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
ción de la vía aérea en la bronquiolitis, los
corticoides no han demostrado ningún efecto
beneficioso en la evolución clínica de estos
pacientes. No se han observado diferencias en
la intensidad o duración de los síntomas, el
desarrollo de complicaciones, la duración de la
oxigenoterapia, ni en el tiempo de resolución
de los síntomas.33-35 Asimismo, no se ha demostrado
disminución de la tasa de hospitalización
ni del tiempo de internación.36-38 Teofilina:
No existen estudios bien controlados en relación
con el beneficio de la teofilina en pacientes
con bronquiolitis. Debido al estrecho rango
terapéutico su uso debe evitarse. Eventualmente
se podría considerar su empleo en niños
con fallo respiratorio agudo hipercápnico (PC02
> 45) que no respondan a dosis frecuentes de
adrenérgicos β2, cuando no se cuente con la
posibilidad de ayuda ventilatoria mecánica.
Tratamiento antiviral: Aunque algunos estudios
sugieren que podría considerarse su uso
en pacientes con cardiopatías congénitas complejas,
displasia broncopulmonar, fibrosis quística,
prematurez e inmunodeficiencias, debe
tenerse en cuenta que la rivabirina es una
medicación costosa, de engorrosa aplicación.
El efecto de su empleo en la morbimortalidad
de los pacientes con bronquiolitis por VSR
necesita aún ser clarificado para justificar la
indicación de su uso.39,40
En situaciones especiales de epidemia por
virus influenza que ocasione cuadros graves
de infección respiratoria baja aguda (bronquiolitis
o neumonía) podría estar indicado el
empleo de antivirales con actividad contra
ese virus: amantadina, rimantadina, oseltamivir
y zanamivir (los dos primeros activos
contra Influenza A y los dos últimos, contra
Influenza A y B).
Tratamientos no recomendados
El empleo de corticoides inhalados,
anticolinérgicos, furosemida aerosolizada,
mucolíticos o solución fisiológica nebulizada
no ha demostrado efectos beneficiosos en niños
con bronquiolitis.28
Criterios de gravedad
Se consideran criterios de gravedad en pacientes
con bronquiolitis:
• Presencia de factor de riesgo para IRAB
grave.
• Apneas.
• Cianosis.
• 9 puntos en la escala clínica de Tal o más.
• Falta de respuesta al tratamiento (máximo
3 dosis de salbutamol).
• Imposibilidad de alimentarse.
Criterios de internación
Requerirán internación todos los pacientes
con criterios de gravedad y eventualmente
aquéllos con ambiente familiar desfavorable,
que no asegure el cumplimiento de las
indicaciones.
Atención según niveles de complejidad
• Primer nivel: Todos los que no requieran
internación.
• Segundo nivel: Los que requieran internación
sin ARM.
• Tercer nivel: Los que requieran ARM o
procedimientos diagnósticos especiales.
Seguimiento
Los pacientes tratados ambulatoriamente
deberán controlarse diariamente las primeras
48 hs. y luego periódicamente, según evolución,
hasta el alta definitiva. Se instruirá a los
encargados del cuidado del niño sobre signos
de alarma, asegurándose que éstos hayan sido
comprendidos.
Se aprovechará la oportunidad para insistir
en el valor de la prevención.
El problema de la obstrucción
bronquial recurrente
Las sibilancias son un signo común en
lactantes y niños pequeños. Estudios longitudinales
recientes han demostrado que el
40% de ellos han presentado por lo menos un
episodio de sibilancias durante los tres primeros
años de vida.41
Las sibilancias recurrentes en el lactante
son un motivo frecuente de consulta. Sin embargo,
la variedad de términos utilizados para
nombrarlas (bronquitis obstructiva recidivante,
bronquitis espasmódica, bronquiolitis recurrente,
asma del lactante, asma) y las controversias
que se producen diariamente cuando
se discuten estos pacientes no hacen sino reflejar
las dificultades en el diagnóstico de esta
situación. Durante las décadas del 70 y 80 se
instó a los pediatras a abandonar algunos de
estos términos en favor del aparentemente
más preciso de asma y la controversia se centró
en definir con cuántos episodios se realizaba
este diagnóstico.
En la década del 90', esta simplificación
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 165
fue cuestionada. Actualmente se aconseja el
uso del término sibilancias recurrentes, porque
al enfatizar el síntoma no se “cierra” el
diagnóstico y permite una mejor aproximación
al problema. La relación entre bronquiolitis,
sibilancias recurrentes, asociadas o
no a infección viral y asma no ha podido ser
enteramente aclarada.42
Aunque la discusión en profundidad del
tema excede los límites de este documento y
será analizado en la próxima revisión del Consenso
de Asma de la SAP, es oportuno realizar
algunos comentarios debido a la frecuente asociación
entre enfermedad respiratoria viral y
sibilancias recurrentes.
El sistema respiratorio del lactante tiene un
limitado rango de respuesta fisiopatológica; en
consecuencia, también es limitada la variedad
de signos y síntomas que puede presentar. Por
lo tanto no es sorprendente que muchas afecciones
que limitan el flujo en las vías aéreas
inferiores provoquen sibilancias. El espectro
de diagnósticos diferenciales es amplio, desde
bronquiolitis hasta enfermedades pulmonares
crónicas como la fibrosis quística y la displasia
broncopulmonar.
En la evaluación clínica de un lactante con
sibilancias recurrentes se debe realizar una
cuidadosa historia clínica con énfasis en los
antecedentes perinatales, personales y familiares
que, sumados al examen físico y a la radiografía
de tórax, seguramente aportarán claves
para el diagnóstico preciso. Existe una serie de
hallazgos clínicos que sugieren diagnósticos
alternativos que exigen modalidades diferentes
de atención, más allá del tratamiento sintomático
de las sibilancias recurrentes (Tabla 4).
La evaluación del niño con un episodio
agudo de obstrucción bronquial recurrente
exige un abordaje diferente. Se debe categorizar
la gravedad del cuadro utilizando la escala
clínica propuesta para bronquiolitis (Tabla 3).
Siempre se deberá tener en cuenta que la hipoxemia
puede estar presente y por lo tanto
debe ser pesquisada y tratada.
El tratamiento ambulatorio se basará en el
empleo de adrenérgicos β2 (2 disparos de aerosol
presurizado o 1 nebulización –véase bronquiolitis–)
cada 20 minutos hasta un máximo
de 2 horas, junto con la administración de
corticoides (prednisona 0,5-1 mg/kg/día –oral–
o hidrocortisona 25 mg/kg/día -IV/IM). Superada
la crisis inicial, los adrenérgicos β2 se
indicarán cada 4-6 horas y los corticoides se
mantendrán durante 3 días.
Neumonía
Definición
Infección aguda del parénquima pulmonar
con signos clínicos de ocupación alveolar y
radiológicos de opacidad, sin pérdida de volumen,
de localización única o múltiple.43
Se reserva el nombre de neumonía multifocal
o bronconeumonía al cuadro con múltiples
imágenes de opacidad radiológica, generalmente
mal definidas, sin límites segmentarios,
acompañado de grave estado general
del paciente.
Epidemiología
Los virus son los responsables más frecuentes
de neumonías en menores de 1 año.44 Entre
las bacterias, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus
influenzae tipo b son las más frecuentemente
aisladas. En el recién nacido (menor
de 1 mes) se deberá tener en cuenta la posibilidad
de Streptococcus grupo B, enterobacterias y
Staphylococcus aureus.45 A partir de los 3 años de
edad el Mycoplasma pneumoniae comienza a
aumentar su prevalencia.46,47
Es de destacar que la incorporación de la
vacunación contra Haemophilus influenzae B
al calendario oficial ha hecho que la prevalencia
de microrganismo haya disminuido
muy significativamente.8
TABLA 4. Hallazgos clínicos que sugieren un
diagnóstico alternativo en el lactante con
obstrucción bronquial recurrente
Historia clínica Síntomas neonatales
Sibilancias asociadas a la
alimentación y/o vómitos
Comienzo brusco con tos
y/o asfixia
Esteatorrea
Estridor
Examen físico Retraso de crecimiento
Soplo cardíaco
Hipocratismo digital
Signos pulmonares unilaterales
Investigaciones Ausencia de reversibilidad con
los broncodilatadores
Hallazgos radiológicos
pulmonares focales y/o
persistentes
166 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
A pesar de que los virus son los agentes
etiológicos más frecuentes, cuando no se pueda
descartar la infección bacteriana, sola o
asociada, los cuadros serán tratados como
presumiblemente bacterianos.
Cuadro clínico
Se deberá valorar:
• Semiología del aparato respiratorio (síndrome
de condensación, eventualmente
derrame).
• Compromiso del estado general.
• Signos y síntomas acompañantes (dolor
abdominal, exantema, etc.).
• Importante: Tos, taquipnea, tiraje y fiebre
son los indicadores más fieles de neumonía,
por lo que se debe remarcar la importancia
de su presencia.
Exámenes complementarios
• Hemograma: Es de limitado valor. La leucocitosis
y la desviación a la izquierda de la
fórmula leucocitaria pueden asociarse a infección
bacteriana. La leucopenia es signo
de gravedad.
• Reactantes de fase aguda: Tanto la velocidad
de eritrosedimentación (VSG) como
la proteína C reactiva (PCR), aunque son
indicadores de infección, no son concluyentes
para diferenciar infecciones bacterianas
de virales.
• Radiología: La radiografía de tórax es necesaria
para el correcto diagnóstico y seguimiento
de las neumonías. Brinda noción de
ubicación topográfica, magnitud lesional y
evolutividad secuencial. Su valor para la
aproximación al diagnóstico etiológico es
limitado. La imagen más típica corresponde
a opacidades homogéneas lobares o
segmentarias; sin embargo, la presencia de
infiltrados reticulares difusos no descarta el
diagnóstico de neumonía. Se pedirá radiografía
de tórax de frente; el estudio de perfil
sólo se solicitará en caso de duda diagnóstica.
Los estudios radiológicos se efectuarán
al ingreso y una vez finalizado el tratamiento
para verificar la ausencia de secuelas;
se debe recordar que la imagen radiológica
puede persistir alterada mucho tiempo
(30 días) a pesar de una evolución clínica
favorable. Cuando la evolución sea desfavorable
se indicarán estudios adicionales.
Pese a la importancia del estudio radiológico,
la dificultad en obtenerlo nunca
deberá retrasar el inicio del tratamiento
antibiótico.
• Pesquisa etiológica: No es necesaria en pacientes
ambulatorios sin complicaciones;
está indicada en pacientes que requieran
internación. Se debe recordar que, en el
mejor de los casos, la posibilidad de efectuar
diagnóstico etiológico es limitada (30-
40%).48 Las técnicas de diagnóstico etiológico
incluyen inmunofluorescencia en aspirado
nasofaríngeo (virus), hemocultivo
y pesquisa de antígenos (bacterias) y serología
(micoplasmas y clamidias).
Los procedimientos invasivos (lavado
broncoalveolar, punción transtraqueal
y con aguja fina y biopsia a cielo abierto)
sólo están indicados en situaciones
excepcionales.
Tratamiento de sostén
Hidratación: En el paciente ambulatorio se
recomendará al encargado de cuidar al niño
que ofrezca abundante líquido por boca. En
el paciente que requiera internación se mantendrá
el mismo criterio si puede ingerir
líquidos. Cuando esté indicada hidratación
parenteral se comenzará el aporte de agua
glucosa y electrólitos según las necesidades
TABLA 5. Tratamiento empírico de las neumonías
Sin factores de riesgo Con factores de riesgo
Menor de 3 meses Internación
cefotaxima (200 mg/kg/día)
o ceftriaxona (50 mg/kg/día)
o ampicilina (200 mg/kg/día) + gentamicina (5 mg/kg/día)
Mayor de 3 meses Ambulatorio Internación
amoxicilina (80-100 mg/kg/día) ampicilina 200 mg/kg/día
o ampicilina (200 mg/kg/día) (si la evolución clínica es desfavorable:
(Si requiere internación: ampicilina) cefotaxima o ceftriaxona)
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 167
de mantenimiento estandarizadas, corrigiéndose
posteriormente el aporte de acuerdo
con los requerimientos reales del paciente
(según diuresis y densidad urinaria). En caso
de existir déficit previo (deshidratación), éste
se corregirá inicialmente.
Alimentación: Siempre que sea posible se
mantendrá la lactancia materna; en todos los
casos se intentará mantener un aporte nutricional
adecuado. La magnitud de la incapacidad
ventilatoria puede hacer necesario fraccionar
la alimentación o incluso suspender el aporte
oral (cuando la frecuencia respiratoria supere
60 por minuto). En algunos casos se podrá
recurrir al uso de sonda nasogástrica u
orogástrica.
Antitérmicos: Cuando corresponda podrán
emplearse antitérmicos como el paracetamol
(30-50 mg/kg/día, en 3 a 4 dosis).
Kinesioterapia: Habitualmente es suficiente
con recomendar a los padres, cuando sea
necesario, mantener la vía aérea superior
permeable mediante la aspiración de las secreciones
y, eventualmente, mantener al paciente
en posición semisentada para favorecer
la mecánica respiratoria. Para los que
requieran internación rigen las mismas recomendaciones,
que serán implementadas por
el personal de enfermería.
La aplicación de kinesioterapia no suele ser
necesaria en los pacientes con neumonía y
menos aún en los ambulatorios. Incluso en
estadios agudos de neumonías no complicadas
suele ser inefectiva y eventualmente dolorosa.
Puede ser beneficiosa en estadios de resolución,
cuando aumentan las secreciones.49 En
los casos excepcionales que requieran kinesioterapia,
ésta deberá ser llevada a cabo por un
profesional idóneo.
Oxigenoterapia: No es habitual que los pacientes
con neumonía bacteriana requieran
oxígeno suplementario, ni siquiera los internados.
Cuando sea necesario administrar oxígeno
se tendrán en cuenta las recomendaciones
que al respecto se mencionan en el apartado de
bronquiolitis.
Tratamiento antibiótico
Pese a la alta prevalencia de infección viral
en niños con neumonía, cuando no se puede
descartar la etiología bacteriana se debe instituir
tratamiento antibiótico.
Tratamiento empírico inicial: Este implica el
empleo de determinados antibióticos de acuerdo
con el germen que se sospeche. Se basa
en la prevalencia de diversos agentes patógenos
según elementos epidemiológicos o clínicos.
En los pacientes ambulatorios sólo se modificará
si la evolución es desfavorable. En los
que requieran internación se modificará o no,
además, de acuerdo con el resultado de la
pesquisa etiológica (Tabla 5).
Se indicará amoxicilina 80-100 mg/kg/día
(oral) en tres dosis, durante 10 días. Como
alternativa podrá emplearse ampicilina 200
mg/kg/día (oral) en cuatro dosis, lejos de las
comidas, durante 10 días.
Este esquema se aplicará en pacientes mayores
de 3 meses, sin factores agravantes y con
certeza de continuidad del tratamiento y está
destinado a cubrir las dos bacterias más frecuentes
en este grupo: Streptococcus pneumoniae
y Haemophilus influenzae tipo b.
Los pacientes menores de 3 meses, con
factores de riesgo para IRAB grave o sin ellos
requieren internación y se indicará cefotaxima
200 mg/kg/día (EV) cada 6 horas o ceftriaxona
50 mg/kg/día (EV) cada 12 horas, por 10 días.
Como alternativa podrá emplearse ampicilina
200 mg/kg/día (EV), en cuatro dosis, más
gentamicina 5 mg/kg/día (IM), en dos dosis.
Los pacientes mayores de 3 meses con factores
de riesgo para IRAB grave requieren
internación y se indicará ampicilina 200 mg/
kg/día (EV), cada 6 horas durante 10 días.
Cuando la evolución clínica sea desfavorable
TABLA 6. Tratamiento con antibióticos según el germen
Streptococcus pneumoniae Penicilina G 200.000 U/kg/día
Haemophilus influenzae tipo b Ampicilina 200 mg/kg/día
Mycoplasma pneumoniae Eritromicina 50 mg/kg/día*
Streptococcus grupo B Penicilina G 150.000 U/kg/día
Staphylococcus aureus Cefalotina 100 mg/kg/día
Chlamydia trachomatis Eritromicina 50 mg/kg/día*
Streptococcus pneumoniae
resistente (con fracaso clínico) Ceftriaxona 80 mg/kg/día o
Cefotaxima 150 mg/kg/día**
Vancomicina 40 mg/kg/día
Cefuroxima 150 mg/kg/día o
Amoxicilina/Ampicilina con inhibidores
de beta-lactamasa
Haemophilus influenzae
(beta-lactamasa +) (con fracaso clínico)
* Como alternativa podrán emplearse otros macrólidos.
** Sólo cuando se asocie con mala evolución clínica.
168 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
se reemplazará por cefotaxima o ceftriaxona.
Los pacientes mayores de 3 meses sin
factores de riesgo para IRAB grave que por
algún motivo requieran internación podrán
tratarse con ampicilina 200 mg/kg/día, en
cuatro dosis.
En pacientes con mala evolución clínica
tratados con cefalosporinas de tercera generación
se indicará vancomicina (40 mg/kg/d)
(EV) cada 6-8 horas más rifampicina (15 mg/
kg/d) (EV) cada 12 horas o imipenem (50 mg/
kg/d) (EV) cada 6 horas.
Tratamiento específico: Es el empleo del antibiótico
adecuado al germen identificado en
cada paciente. En todos los casos se actuará de
acuerdo con el antibiograma (Tabla 6).
Desde mediados de la década del 80 se han
publicado informes en varios países sobre el
aumento de la resistencia a la penicilina del
Streptococcus pneumoniae.50,51 En nuestro país se
ha desarrollando un estudio colaborativo para
evaluar la magnitud del problema a nivel local.
La información preliminar indica que la sensibilidad
disminuida a la penicilina en cepas
invasivas sería del 30% (la mitad de ellos resistencia
alta: CIM ≥ 2 µg/ml).52 Aunque este dato
es preocupante, por el momento no justifica el
reemplazo del esquema sugerido.
Criterios de gravedad
Se consideran criterios de gravedad en pacientes
con neumonía:
• Presencia de algún factor de riego de IRAB
grave.
• Signos de sepsis.
• Falta de respuesta al tratamiento (en 48-72
horas).
• Insuficiencia respiratoria.
• Neumonía multifocal.
Criterios de internación
Requerirán internación todos los pacientes
con criterios de gravedad.
Atención según niveles de complejidad:
• Primer nivel: Todos los que no requieran
internación.
• Segundo nivel: Los que requieran internación
sin ARM ni procedimientos diagnósticos
especiales.
• Tercer nivel: Los que requieran ARM o
procedimientos diagnósticos especiales.
Seguimiento
Los pacientes tratados ambulatoriamente
deberán controlarse diariamente las primeras
48 horas y luego cada 48-72 hs hasta el alta
definitiva. Se instruirá a los encargados del
cuidado del niño sobre signos de alarma, asegurándose
de que hayan sido comprendidos.
Se aprovechará la oportunidad para insistir en
el valor de la prevención.
Neumonía con derrame
Definición
Presencia de líquido purulento en la cavidad
pleural, asociada a una neumonía.
Epidemiología
Los gérmenes productores de neumonías
con derrame más frecuentes son Streptococcus
pneumoniae, Staphylococcus aureus y
Haemophilus influenzae.53 Como se refirió en
el apartado de Neumonía, la incorporación
de la vacunación contra Haemophilus influenzae
B al calendario oficial ha hecho que la
prevalencia de microrganismo haya disminuido
sensiblemente.
Cuadro clínico
Se deberá valorar:
• Semiología del aparato respiratorio (síndrome
de condensación, eventualmente con
matidez de columna).
• Tos intensa.
• Compromiso del estado general.
• Importante: Se debe evaluar la ubicación
del choque de punta, ya que su desviación
puede presagiar descompensación
hemodinámica.
Exámenes complementarios
Al igual que en la neumonía, los exámenes
complementarios son de limitado valor.
TABLA 7. Características del líquido pleural
Trasudado Exudado
pH > 7,20 < 7,20
Proteínas
(líquido/suero) < 0,5 > 0,5
LDH (líquido/suero) < 0,6 > 0,6
LDH (UI) < 200 > 200
Glucosa (mg/dl) > 40 < 40
Hematíes (mm3) < 5.000 > 5.000
Leucocitos (mm3) < 10.000 > 10.000
(MMN) (PMN)
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 169
• Hemograma: La leucocitosis y desviación a
la izquierda de la fórmula leucocitaria pueden
asociarse a infección bacteriana; la leucopenia
es signo de gravedad.
• Reactantes de fase aguda: Velocidad de eritrosedimentación
(VSG) y proteína C reactiva
(PCR) son sólo indicadores de infección.
• Líquido pleural: Además del aspecto purulento,
las características citoquímicas permitirán
orientar sobre la naturaleza bacteriana
de la infección (Tabla 7).
• Radiología: La radiografía de tórax es imprescindible
para el correcto diagnóstico
y seguimiento de las pleuresías. Da noción
de la magnitud y permite observar la
evolución. Los estudios radiológicos se
efectuarán al ingreso, después de la punción
pleural y al alta. Cuando la evolución
sea desfavorable se efectuarán estudios
adicionales.
Pese a la importancia del estudio radiológico,
la dificultad en obtenerlo nunca
deberá retrasar el inicio del tratamiento
antibiótico.
• Pesquisa etiológica: Debido a que estos pacientes
son potencialmente más graves y a
que siempre requieren internación, se extremarán
los recaudos para identificar el
agente etiológico involucrado. Además de
los métodos enunciados al referirnos a neumonías,
se debe agregar el estudio del líquido
pleural (directo, cultivo y pesquisa de
antígenos bacterianos).
• Ecografía: El empleo de ecografía es de utilidad
en el diagnóstico y seguimiento del
paciente con pleuresía purulenta, pero se
debe destacar la necesidad de contar con
personal entrenado en su interpretación.
Punción y drenaje pleural
En todo paciente en el que se diagnostique
derrame pleural, cualquiera fuera su magnitud,
debe efectuarse punción pleural diagnóstica
y, eventualmente, terapéutica, con metodología
apropiada (Tabla 8).
En las pleuresías purulentas se colocará
drenaje quirúrgico cuando en la punción inicial
se encuentre líquido de difícil extracción
(espeso), cuando el análisis citoquímico demuestre
la presencia de exudado o exista compromiso
mecánico o del estado general.
Cuando el líquido sea un trasudado, de
fácil extracción, se agote su volumen y el
paciente experimente mejoría clínica, no se
dejará drenaje quirúrgico; se debe mantener
una conducta expectante con reevaluaciones
periódicas. Si durante la evolución se observara
reaparición del derrame se colocará drenaje
quirúrgico.53
El tiempo de permanencia del drenaje
pleural dependerá de la evolución del paciente.
Cuando el débito sea menor a 20 ml por día,
con mejoría clínica y radiografía de tórax que
demuestre ausencia de líquido, se podrá retirar
el drenaje.
Un problema de particular gravedad es el
TABLA 8. Técnica para la punción pleural (adaptado de Zeitlin PA) 52
1. Posición Paciente sentado, con el brazo homolateral al sitio de punción sobre la cabeza y
sostenido por un ayudante.
2. Monitoreo Control de signos vitales.
3. Elección del sitio de punción Línea axilar media y 6° espacio intercostal (habitualmente coincide con la
punta de la escápula).
4. Material Jeringa de 20 cc con aguja, de bisel corto preferentemente, 25/8 o 50/8 según
edad menor o mayor de un año, respectivamente, o trócar de catéter
intravenoso N° 16 o N° 18. Llave de 3 vías. Recipientes adecuados para el
material y estudio a realizar (citoquímico, cultivo, pH, TB, etc.).
5. Preparación Antisepsia local y colocación de campo estéril con precauciones quirúrgicas
universales.
6. Analgesia Infiltración local en el sitio de punción con xilocaína al 1%.
7. Punción pleural Punzar inmediatamente por encima de la costilla inferior (recordar que por el
borde inferior de las costillas transcurre el paquete vasculonervioso), en forma
perpendicular a la pared torácica. Aspirar suavemente el líquido que se
enviará para estudio citoquímico y bacteriológico. Retirar aspirando y rotando
el émbolo de la jeringa. Cubrir con gasa estéril.
170 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
del niño que presenta una neumonía de evolución
tórpida, complicada, con persistencia del
cuadro toxiinfeccioso y tabicamiento pleural.
Esta situación habitualmente se asocia con la
demora en el diagnóstico y el tratamiento apropiados.
En estos casos la conducta aconsejable
es realizar tomografía de tórax, preferentemente
con contraste IV, ya que permite diferenciar
la colección purulenta del parénquima
pulmonar condensado (Tabla 9). Posteriormente
se efectuará drenaje quirúrgico a través de una
toracotomía a cielo abierto para liberar las
bridas que tabican el espacio pleural y lavar la
cavidad con solución salina. Cuando se cuente
con el material adecuado, experiencia en la
maniobra y ausencia de necrosis extensa del
parénquima pulmonar, el drenaje y limpieza
se podrán realizar mediante videotoracoscopia.
Tratamiento
Medidas generales: No difieren de las enunciadas
en el caso de las neumonías. Siempre se
intentará mantener un aporte hidroelectrolítico
y nutricional adecuado, privilegiando la
lactancia materna.
Tratamiento antibiótico empírico inicial: Se
basa en la prevalencia de diversos agentes
patógenos según elementos epidemiológicos
o clínicos. Sólo se modificará si la evolución es
desfavorable o de acuerdo con el resultado de
la pesquisa etiológica.
En pacientes menores de 3 meses inicialmente
se indicará igual esquema antibiótico
que en las neumonías. En los mayores de 3
meses se indicará ampicilina (200 mg/kg/día)
(EV) cada 6 horas; cuando existan factores de
riesgo se utilizará cefuroxima (150 mg/kg/
día) (EV) cada 12 horas (como alternativa podrá
considerarse el empleo de ceftriaxona o
cefotaxima más rifampicina).
La duración del tratamiento dependerá de
la forma clínica de la infección, del estado
general del paciente y de la evolución, pero no
deberá ser inferior a 14 días.
Tratamiento específico: Es el empleo del
antibiótico adecuado al germen identificado
en cada paciente. En todos los casos se
actuará de acuerdo con el antibiograma (véase
Neumonías).
Criterios de internación
Requerirán internación todos los pacientes
que presenten pleuresía purulenta.
Atención según niveles de complejidad:
• Segundo nivel: los que requieran internación
sin necesidad de tratamiento quirúrgico,
ARM ni procedimientos diagnósticos
especiales.
• Tercer nivel: Los que requieran tratamiento
quirúrgico, ARM o procedimientos diagnósticos
especiales.
Seguimiento
Luego del alta, los pacientes serán controlados
a las 48 horas y posteriormente a la semana,
si la evolución clínica es favorable. El control
radiológico continuará cada 3 meses hasta que
se normalice la radiografía de tórax.
NIVELES DE ATENCIÓN
Programa de atención de
IRAB según niveles
Sería conveniente organizar la atención de
las IRAB según niveles de complejidad, para
optimizar el acceso de los pacientes al sistema
y el aprovechamiento de los recursos.
Cada efector de salud deberá contar con
recursos suficientes y oportunos para la prevención,
diagnóstico y tratamiento de las IRAB,
de acuerdo con lo establecido para su nivel de
atención.
Primer nivel de atención
Capacidad operativa
a. Resolver la patología respiratoria ambulatoria
a través del diagnóstico precoz y el
tratamiento oportuno, lo que posibilitará la
disminución de las internaciones por IRAB.
b. Compensar la emergencia para su adecuada
derivación al nivel de atención
TABLA 9. Indicaciones de tomografía axial computada en derrame
pleural
Sospecha de complicaciones (como la formación de un absceso, áreas de
necrosis, bullas o atelectasias).
Necesidad de diferenciar el compromiso pleural del compromiso
parenquimatoso y evaluar la magnitud de cada uno.
Evaluar el estado de la cavidad pleural, conocer la presencia y la localización
de tabiques interpleurales, estimar el grado de colapso pulmonar.
Pioneumotórax tabicado .
Diagnóstico diferencial (linfomas de origen mediastínico y anomalías
congénitas sobreinfectadas).
Hemitórax opaco.
Indicación de cirugía/video-toracoscopia.
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 171
correspondiente.
c. Realizar el adecuado seguimiento de los
pacientes contrarreferidos de otros niveles.
d. Capacitar a la comunidad en el reconocimiento
de síntomas de alarma y concientizarla
sobre el valor de la consulta precoz.
Planta física
La correspondiente a centros de salud o
consultorios externos de hospitales.
Deberá contar con:
• Espacio para la atención de los pacientes.
• Espacio para tratamiento (broncodilatadores)
y observación de aquéllos que lo
requieran.
Equipamiento
• Abastecimiento de oxígeno acorde al volumen
de consultas y al período de incidencia
de patología respiratoria.
• Dispositivos de administración de broncodilatadores
(nebulizadores, máscaras,
pipetas, aerocámaras).
• Facilidad de comunicación con el segundo
nivel.
• Abastecimiento de medicación necesaria
(broncodilatadores, corticoides, antibióticos
–amoxicilina–, antitérmicos).
Personal
El personal profesional y no profesional del
centro de salud deberá estar capacitado en
todo lo relativo a la prevención y atención de
las IRAB y ser concientes del concepto de IRAB
como enfermedad peligrosa.
Segundo nivel de atención
Capacidad operativa
a. Resolución de la emergencia.
b. Manejo del paciente internado (incluida
cirugía).
c. Referencia al tercer nivel.
d. Contrarreferencia al primer nivel.
e. Realizar exámenes complementarios
(laboratorio, radiología y diagnóstico
etiológico).
Planta física
La correspondiente a servicios de pediatría
en hospitales generales (internación
indiferenciada).
Equipamiento
Deberá contar con los mismos elementos
referidos en el ítem correspondiente al primer
nivel de atención, además de los necesarios
para dar adecuada atención al paciente internado,
especialmente:
• Oxígeno (preferentemente central).
• Aspiración.
• Antibióticos de segunda elección.
• Elementos necesarios para hidratación
parenteral.
• Elementos necesarios para efectuar punción
y drenaje pleural.
Personal
• Pediatras entrenados.
• Enfermeras capacitadas en pediatría.
• Técnicos correspondientes a los servicios
de radiología, laboratorio y microbiología.
Tercer nivel de atención
Capacidad operativa
a. Resolver la emergencia.
b. Realizar interconsultas con especialistas.
c. Acceso a exámenes complementarios especializados
(endoscopia, tomografía axial
computada, biopsias, etc.).
d. Manejo de la insuficiencia respiratoria.
e. Manejo de patología poco frecuente y pacientes
crónicos.
f. Contrarreferencia a los otros niveles.
Planta física
La correspondiente a hospitales pediátricos
especializados, debiendo contar con terapia
intensiva.
Equipamiento
Deberá contar con todos los elementos necesarios
para poder desarrollar plenamente la
capacidad operativa especificada, incluida asistencia
respiratoria mecánica.
Personal
• Pediatras entrenados.
• Especialistas pediátricos (neumonólogos,
endoscopistas, infectólogos, intensivistas,
anatomopatólogos, etc.).
• Enfermería capacitada.
• Personal de radiología, laboratorio y kinesiología
de acceso permanente.
Red de atención
La aspiración máxima de un programa de
atención de IRAB es instrumentar una red de
atención entre los distintos niveles de acuerdo
172 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
con sus respectivas capacidades operativas.
Esta red debería conectarse a través de un
sistema que permita una comunicación fluida
entre los distintos integrantes, además de contar
con un ente o centro que coordine las derivaciones.
Es conveniente contar con programas,
30 reforzarlos durante el invierno y mantener
un sistema de vigilancia epidemiológica.
Es importante que exista un sistema de
registro unificado que permita valorar la real
magnitud del problema y su distribución. El
análisis de la información recogida permitirá
una planificación eficiente, optimizando la asignación
de recursos.
PREVENCIÓN
Prevención inespecífica
Surge de reconocer los factores de riesgo
para IRAB y tratar de eliminarlos o disminuir
su impacto. También se deberá identificar a los
pacientes con factores de riesgo para IRAB
grave asegurándose de que reciban atención
preferencial en caso de padecer IRAB. Los
factores de riesgo ya han sido nombrados en el
apartado de Epidemiología (Tablas 1 y 2).
Se deberá recordar que los pediatras, independientemente
del nivel de atención donde
actúen, son los principales instrumentos en la
tarea de concientizar a la población sobre la
magnitud del problema y del impacto que
pueden tener las medidas de prevención.
Prevención específica
Surge de la posibilidad de inmunizar contra
agentes productores de IRAB.
Las vacunas antipertussis, antisarampionosa
y antihaemophilus aplicadas de acuerdo
con las recomendaciones de la SAP54,55 son
eficaces para disminuir la mortalidad por IRAB.
La vacuna antigripal (virus de la influenza)
está indicada en lactantes mayores de 6 meses
con algunos factores de riesgo de padecer IRAB
grave o con mayor riesgo de presentar complicaciones
graves en caso de gripe (Tabla 10).
El empleo de anticuerpos monoclonales
contra el virus sincicial respiratorio (Palivizumab)
en niños prematuros y con displasia broncopulmonar
se ha mostrado eficaz para disminuir
el riesgo de internación por esa infección.56
La Sociedad Argentina de Pediatría y la Academia
Estadounidense de Pediatría han efectuado
recomendaciones sobre su indicación.57,58
El empleo de la vacuna antineumocócica se
limitará a sus indicaciones precisas (Tabla 11).
En pacientes mayores de 2 años se utilizará la
vacuna antineumocócica polisacárida 23-
valente. Se indicará una sola revacunación (3-
5 años después de la primera dosis) a pacientes
con alto riesgo de padecer una grave infección
invasiva neumocóccica (por ejemplo, anemia
falciforme o esplenectomía), insuficiencia renal
crónica, síndrome nefrótico, infección por
HIV, trasplante, leucemia, linfoma, mieloma
múltiple, otros cánceres y tratamiento inmunosupresor
(quimioterapia, corticoideoterapia).
No tienen indicación de revacunarse los pacientes
con enfermedad crónica pulmonar, cardiovascular,
hepática, diabetes mellitus, alcoholismo
o fístula de LCR.
Los niños menores de dos años con factores
de riesgo pueden recibir la vacuna conjugada
heptavalente. El esquema para la vacuna conjugada
es de 3 dosis a los 2, 4 y 6 meses de edad
y refuerzo entre los 12 y 18 meses.
Prevención del contagio intrainstitucional
Este es un problema tradicionalmente considerado
para ciertas infecciones bacterianas
pero que en los últimos años ha ganado trascendencia
en lo que respecta a las IRAB virales,
especialmente por adenovirus.
Las infecciones respiratorias virales de
origen nosocomial se asocian temporalmen-
TABLA 10. Indicaciones de la vacuna antigripal
Personas mayores de 65 años.
Adultos y niños con afecciones crónicas de los sistemas pulmonar y
cardiovascular (por ejemplo, cardiopatía, asma grave, enfisema,
enfermedad fibroquística, hipertensión pulmonar, etc.).
Pacientes con enfermedades metabólicas (diabetes), insuficiencia renal,
hemoglobinopatías e inmunocomprometidos (incluye inmunosupresión
por medicación y HIV (+).
Niños o adolescentes que están en tratamiento prolongado con ácido
acetilsalicílico (aspirina).
Grupos de personas que pueden transmitir la gripe a personas de alto
riesgo: médicos, enfermeras y aquellos que en hospitales o cuidados
domiciliarios tienen contacto con grupos de alto riesgo.
Empleados de instituciones geriátricas y entidades de cuidados crónicos
que tienen contacto con pacientes.
Personas que ocupan funciones críticas en caso de epidemia (servicios de
seguridad, escuelas, etc.).
Convivientes con pacientes inmunosuprimidos.
Embarazadas: en el 2º o 3er trimestre, ante situaciones de alto riesgo.
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 173
te con la circulación del agente en la comunidad.
La incidencia es estacional y el pico
coincide con los brotes comunitarios. A diferencia
de otras infecciones de adquisición
hospitalaria, los factores de riesgo específicos,
como vías centrales, no afectan su incidencia
en gran medida. Presentan mayor
riesgo los neonatos, pacientes con cardiopatías
congénitas o patología respiratoria crónica.
Asimismo, los pacientes oncológicos
inmunosuprimidos presentan mayor incidencia
de infección por virus influenza.
Los virus respiratorios se transmiten de
persona a persona por medio de aerosoles o
por contacto con manos u objetos contaminados
con secreciones. Los aerosoles se producen
al toser, estornudar, sonar la nariz e incluso al
hablar. Los de pequeña partícula, menores de
5 milimicrones, permanecen suspendidos en el
aire y pueden trasladarse a distancia por las
corrientes de aire. Los de mayor partícula sedimentan
rápidamente y no son vehiculizados
más allá de un metro. En estos casos la transmisión
requiere contacto cercano entre un infectado
y un paciente susceptible.
Las precauciones basadas en la transmisión
son respiratoria, de gota y de contacto.
Los virus de sarampión y varicela se diseminan
en aerosoles de pequeña partícula y
requieren aislamiento respiratorio; los aerosoles
de adenovirus e influenza son de mayor tamaño
y requieren precauciones de gota; VSR y
parainfluenza requieren precauciones de contacto.
En todos los casos se observarán, también,
las precauciones estándar (Tablas 12 y 13).
Debe tenerse en cuenta que aun en los casos
de infecciones por virus sincicial respiratorio,
los pacientes hospitalizados por otros motivos
pueden tener factores de riesgo para desarrollar
IRAB grave.59
Por este motivo es recomendable internar a
los pacientes con IRAB viral sólo cuando esto
sea estrictamente necesario, evitando, en lo
posible, la internación de pacientes con factores
de riesgo para IRAB grave por otros motivos
(estudios, cirugía programada, etc.) en
momentos de epidemia por estos virus. Es
conveniente el empleo de la llamada barrera
epidemiológica, consistente en no internar a
los pacientes con IRAB presumiblemente viral
en sectores donde se encuentren pacientes
menores de 1 año, desnutridos, con cardiopatía,
enfermedad pulmonar crónica o inmunosupresión59
(Figura 2).
RECOMENDACIONES
A la comunidad
Estarán dirigidas fundamentalmente a enseñar
a reconocer signos de alarma, estimular
la consulta precoz y disminuir los factores de
riesgo de padecer IRAB.
Se podrán implementar a través de un mensaje
único por medios masivos de comunicación
y afiches en lugares estratégicos (Tabla 14).
A los profesionales
Estarán dirigidas a concientizar sobre la
magnitud del problema y el impacto que tiene
la acción preventiva, lograr el manejo adecuado
del paciente con IRAB, reconocer los criterios
de gravedad y derivar oportunamente.
El mensaje debe ser coherente con el que se
brinda a la comunidad. Su contenido deberá
TABLA 11. Indicaciones de vacunación antineumocócica
Inmunocompetentes Anemia drepanocítica
Cardiopatía crónica
Enfermedades pulmonares crónicas (incluye
asma grave, en tratamiento con altas dosis de
corticoides por vía oral)
Diabetes mellitus
Hepatopatía crónica
Comunicación externa con LCR
(seno dérmico)
Asplenia funcional o anatómica
Inmunocomprometidos HIV
Leucemias
Linfomas Hodgkin y no-Hodgkin
Mieloma múltiple
Enfermedad maligna generalizada
Falla renal crónica
Síndrome nefrótico
Tratamientos con quimioterapia o corticoides
Trasplantes de órganos
TABLA 12. Precauciones estándar para prevenir el
contagio institucional
Lavado de manos (SIEMPRE).
Guantes (si existe posibilidad de contacto con sangre,
fluidos corporales, secreciones y material contaminado
con las secreciones).
Barbijo, antiparras, camisolín (si existe posibilidad de
salpicaduras).
174 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
poner énfasis en la prevención y en la aplicación
de conductas normatizadas (Tabla 15).
Se podrá implementar entre profesionales
con la difusión de un documento o norma
como el presente o similar, reforzado con afiches
que contengan árboles de decisión.
A las autoridades
Se podrá recomendar el empleo de una
estrategia común contra el problema, basada
en los siguientes elementos:
• Difusión a la población (medios masivos de
comunicación).
• Capacitación del personal (normas, cursos).
• Dotar a efectores de salud de recursos suficientes
y oportunos según niveles de complejidad.
• Coordinación entre los distintos estamentos
del plan y entre los distintos niveles de
atención.
• Sistema de registro único y simple para esta
patología.
• Evaluación permanente del programa.
TABLA 14. Contenidos del mensaje a la comunidad para prevenir
morbimortalidad por IRAB
Signos de alarma Taquipnea, tos, tiraje, fiebre, dificultad para
alimentarse, somnolencia excesiva
Conductas Bajar fiebre, ofrecer líquidos (no suspender
lactancia), no dar medicamentos por propia
cuenta, consultar inmediatamente
Acciones preventivas Consulta precoz, lactancia materna,
inmunizaciones, control periódico de salud,
control del embarazo, control de la
contaminación domiciliaria
FIGURA 2. Algoritmo para la prevención del contagio intrainstitucional en niños internados por infección
respiratoria aguda. (Modificado de Speranza A. et al. 60)
Internación
Aislamiento de contacto
+
Barrera epidemiológica
Pesquisa viral en aspirado nasofaríngeo
Negativo Positivo
VSR o PI AV o Flu
Aislamiento de contacto Aislamiento de gota*
* Hasta 14 días después del inicio de los síntomas.
TABLA 13. Precauciones para prevenir el contagio institucional basadas
en la transmisión
Respiratorio Gota Contacto
Lavado de manos + + +
Habitación individual Sí o cohorte Sí o cohorte* -
Barbijo Alta eficiencia Estándar -
Guantes - - +
Camisolín - - +
* Si no es posible, mantener una distancia mínima de 1 m entre un
paciente y otro.
Recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones respiratorias agudas bajas en menores de 2 años / 175
BIBLIOGRAFÍA
1. González Pena H, Ferrero F, Ossorio MF, Grenoville
M. Infección respiratoria aguda baja en menores de 2
años. Arch.argent.pediatr 1996; 94(4):274-288.
2. Graham NM. The epidemiology of acute respiratory
infections in children and adults: A global perspective.
Epidemiol Rev 1990; 12:149-178.
3. Korppi M, Heiskanen-Kosma T, Jalonen E, et al. An
etiology of community-acquired pneumonia in children
treated in hospital. Eur J Pediatr 1993; 152:24-30.
4. Martínez F, Escobar A, Ceruti E, et al. Etiología de las
infecciones agudas del tracto respiratorio bajo en
lactantes hospitalizados: antígenos bacterianos. Rev
Chil Pediatr 1989; 60(2):76-79.
5. Escobar A, Martínez F, Ceruti E, et al. Etiología de las
infecciones agudas del tracto respiratorio inferior
bajo (IRAB) en lactantes hospitalizados: estudios
virológicos. Rev Chil Pediatr 1988; 59(6):349-353.
6. Marrie TJ. Today approach to community-acquired
pneumonia. J Respir Dis 1993; 14(6):770-780.
7. Avila MM, Carballal G, Salomon H, et al. Etiología de
las infecciones agudas del tracto respiratorio inferior
en niños menores de 5 años en la Ciudad de Buenos
Aires. Infect Microbiol Clin 1990; 2(2):6-17.
8. de Andrade AL, de Andrade J, Turchi Martelli CM,
Almeida e Silva S, de Oliveira R, Neves Costa M,
Borges Laval C, Vilela Ribeiro L, Di Fabio J. Effectiveness
of Haemophilus influenzae b conjugate vaccine on
childhood pneumonia: a case-control study in Brazil.
Int J Epidemiol 2004; 33(1):173-81.
9. Williams J, Harris P, Tollefson S, Halburnt-Rush L,
Pingsterhaus J, Edwards K, Wright P, Crowe J. Human
metapneumovirus and lower respiratory tract
disease in otherwise healthy infants and children. N
Engl J Med 2004; 350:443-50.
10. Denny FW, Collier AN, Henderson FW. Acute respiratory
infections in day care. Rev Infect Dis 1986; 8
(4):527-532.
11. Colling DA, Martin KS. Indoor woodsmoke pollution
causing lower respiratory disease in children. Trop
Doc 1990; 20:151-155.
12. Bourguet G, Buteler C, de Sarrasqueta P, et al.
Evolución clínica de las infecciones respiratorias bajas
en lactantes internados en una unidad de cuidados
intensivos neonatales. Medicina Infantil 1996; 3:4-8.
13. Victora CG, Fuchs SC, Flores JA, et al. Risk factors for
pneumonia among children in a Brazilian metropolitan
area. Pediatrics 1994; 93(6):977-985.
14. Victora CG, Smith PG, Vaughan JP et al. Influence of
birth weight on mortality from infectious diseases: a
case-control study. Pediatrics 1988; 81(6):807-811.
15. American Academy of Pediatrics, Committee on Environmental
Hazards. Involuntary smoking. A hazard
to children. Pediatrics 1986; 77(5):755-757.
16. de Sarrasqueta P, Hidalgo S, Siminovich M et al.
Mortalidad postneonatal por infecciones respiratorias
bajas. Antecedentes adversos de la salud y fallas
del proceso de atención. Medicina Infantil 1993; 1:10-
14.
17. Cerqueiro C, Murtagh P, Halac A, et al. Epidemiologic
risk factors for children with acute lower respiratory
infections in Buenos Aires, Argentina. Rev
Infect Dis 1990; 12(Suppl. 8):S1021-S1029.
18. Weissenbacher M, Carballal G, Avila M, et al. Etiologic
and clinical evaluation of acute lower respiratory
tract infections in young Argentinian children:
An overview. Rev Infect Dis 1990; 12(Suppl. 8):S889-
S898.
19. Cunningham CK, Mc Millan JA, Cross SD. Rehospitalization
for respiratory illness in infants less than 32
weeks gestation. Pediatrics 1991; 88:527-532.
20. Mc Donald NE, Hall CB, Suffir SC, et al. RSV infection
in infants with congenital heart disease. N Engl J Med
1982; 307:397-400.
21. Giubergia V, Martinchuk G, Moreno N, Colombres G,
Parra L, Viale D, Murtagh P. Gravedad en la infección
por VSR en pacientes con factores de riesgo y sin ellos.
Arch.argent.pediatr 2004; 102(5):321-416.
22. Williams JV, Harris PA, Tollefson SJ, Halburnt-Rush
LL, Pingsterhaus JM, Edwards KM, Wright PF, Crowe
JE Jr. Human metapneumovirus and lower respiratory
tract disease in otherwise healthy infants and
children. N Engl Med 2004; 350:443-50.
23. Tal A, Ravilski C, Yohai D, et al. Dexamethasone and
salbutamol in the treatment of acute wheezing in
infants. Pediatrics 1983; 71:13.
24. Pavón D, Castro Rodríguez J, Rubilar L, et al. Relation
between pulse oximetry and clinical score in children
with acute wheezing less than 24 month of age. Pediatr
Pulmonol 1999; 27:423-427.
25. Purcell K, Fergie J. Concurrent serious bacterial infections
in 2396 infants and children hospitalized with
respiratory syncytial virus lower respiratory tract
infections. Arch Pediatr Adolesc Med 2002; 156(4):322-
4.
26. Greenes DS, Harper MB. Low risk of bacteremia in
febrile children with recognizable viral syndromes.
Pediatr Infect Dis J 1999; 18(3):258-61.
TABLA 15. Recomendaciones a los profesionales para prevenir
la morbimortalidad por IRAB
Acciones preventivas - Recomiende control del embarazo
desde el primer trimestre
- Estimule la lactancia materna
- Estimule el control de la
contaminación domiciliaria
- Asegúrese de que sus pacientes reciban
todas las vacunas
- Instruya a las madres sobre signos
de alarma de IRAB
- Insista en el valor de la consulta precoz
- Identifique a los pacientes con riesgo
de IRAB grave
Conducta frente al paciente - Efectúe un correcto diagnóstico
- Evalúe la gravedad del cuadro
- Controle la respuesta al tratamiento
- Asegúrese de que la madre comprenda
las indicaciones
- No demore la derivación cuando
sea necesaria
- Otorgue prioridad a la atención de los
pacientes con riesgo de IRAB grave
176 / Arch.argent.pediatr 2006; 104(2):159-176 / Subcomisiones y Comités
27. Hall CB, Powel KR, Schnabel K, Gala CL, Pincus PH.
The risk of secondary bacterial infection in infants
hospitalized with respiratory syncitial virus infection.
J Pediatr 1988; 113:266-271.
28. Panicht H. Respiratory syncytial virus bronchiolitis:
supportive care and therapies designed to overcome
airway obstruction. Pediatr Infect Dis J 2003; 22:S83-8.
29. Kellner J, Ohlsson A, Gadomsky A, Wang E. Cochrane
Data Base of Systematic Review. 2004; (3)CD:00075320.
30. Ministerio de Salud de la Nación. Dirección Nacional
de Salud Materno Infantil. Programa Nacional de
Infecciones Respiratorias Bajas. 2004. Disponible en:
http://www.msal.gov.ar/htm/Site/promin/
UCMISALUD/publicaciones/pdf/10-IRB.pdf.
Accedido el 29/10/2005.
31. Wainwright C, Altamirano L, Cheney M, Cheney J,
Barber S, Price D, Moloney S, Kimberley A, Woolfield
N, Cadzow S, Fiumara F, Wilson P, Mego S, Van de
Velde D, Sanders S, O’Rourke P, Francis P. A
multicenter, randomized, double-blind, controlled
trial of nebulized epinephrine in infants with acute
bronchiolitis. N Engl J Med 2003; 349(1):27-35.
32. Mull CC, Scarfone RJ, Ferri LR, Carlin T, Salvaggio C,
Bechtel KA, Trephan MA, Rissman RL, Gracely EJ. A
randomized trial of nebulized epinephrine vs albuterol
in the emergency department treatment of bronchiolitis.
Arch Pediatr Adolesc Med 2004; 158(2):113-8.
33. Dubbovisa F, Tkachyk J, Stamm S. A double-blind
study of the effect of corticosteroids in the treatment
of bronchiolitis. Pediatrics 1966; 37:477-84.
34. Leer J, Green J, Heimlich E. Corticosteroids treatment
in bronchiolitis. A controlled collaborative study in
279 infants and children. Am Rev Respir Dis. 1977;
116:617.
35. Roosevelt G, Sheehan K, Grupp-Phelan J, Tanz RR,
Listernick R. Dexamethasone in bronchiolitis: a
randomised controlled trial. Lancet 1996; 348
(9023):292-5.
36. Garrison M, Chitakis D, Harvey E, Cummings P,
Davis R. Systemic corticosteroids in infant bronchiolitis:
A meta-analysis. Pediatrics 2000; 105 (4):e44.
37. Patel H, Pla HR, Lozano JM, Wang EE. Cochrane Data
Base Systematic Review 2004; (3):CD004878.
38. American Academy of Pediatrics. Respiratory Syncytial
Virus. En: Pickering LK, ed. Red Book: 2003 Report
of the Committee on Infectious Diseases. 26th ed.
Elk Groove Village, IL: American Academy of Pediatrics;
2003:523-528.
39. Davison C, Ventre KM, Luchetti M, Randolph AG.
Efficacy of interventions for bronchiolitis in critically
ill infants: a systematic review and meta-análysis.
Pediatr Crit Care Med 2004; 5(5):482-9.
40. American Academy of Pediatrics, Committee on Infectious
Diseases. Reassessment of indications for
rivabirin theraphy in respiratory syncitial virus infection.
Pediatrics 1996; 97:137-140.
41. Martínez FD, Wright AL, Taussig LM, et al. Asthma
and wheezing in the first six years of life. N Engl J Med
1995; 332:133-138.
42. Balfour-Lynn I, Openshaw P. Viral infection. En:
Silverman M Editor. Childhood asthma and other
wheezing disorders. 2nd ed. London, 2002.
43. Murtagh P. Infecciones respiratorias agudas. Sociedad
Argentina de Pediatría, Programa Nacional de
Actualización Pediátrica (PRONAP) 1993; 1:11-38.
44. McIntosh K. Community-acquired pneumonia in
children. N Engl J Med 2002; 346(6):429-437.
45. Baker CJ, Edwards MS. Group B streptococcal infection.
En: Remington M, Klein M. Infectious diseases of
the fetus and newborn infant. 3ra ed. Philadelphia: W.
Lambasck, 1990: 742.
46. Ferrero FC, Ossorio MF. Prevalencia de anticuerpos
anti-Mycoplasma pneumoniae en pediatría. Rev Chil
Pediatr 1995; 66(3):167-168.
47. Foy HM. Infections caused by Mycoplasma pneumoniae
and possible carrier state in different populations of
patients. Clin Infect Dis 1993; 17(Suppl 1):S37-S46.
48. Denny FW, Clyde WA. Acute lower respiratory tract
infections in nonhospitalized children. J Pediatr 1986;
108:635-646.
49. Mc IIwaine M. Chest physical therapy: New techniques.
En: Loughlin GM, Eigen H. Respiratory disease
in children. Diagnosis and management. Baltimore:
Williams & Willkins; 1994:829-842.
50. Mc Cracken G. Emergence of resistant Streptococcus
pneumoniae: A problem in pediatrics. Pediatr Infect
Dis J 1995; 14:424-428.
51. Dagan R, Yagupsky P, Goldbart A, et al. Increasing
prevalence of penicillin-resistant pneumococcal infections
in children in Southern Israel: Implications
for future immunization policies. Pediatr Infect Dis J
1994; 13(9):782-786.
52. Pacce J, Ruvinsky R, Regueira M, et al. Streptococcus
pneumoniae: Surveillance in Argentinian Children. 1st
International Symposium on Pneumococci and
Pneumoccal Diseases, Helsingor, Dinamarca, 1998,
pp. 39.
53. Balfour-Lynn I, Abrahamson E, Cohen G, Hartley J,
King S, Parikh D, Spencer D, Thomson A H, Urquhart
D, on behalf of the Paediatric Pleural Diseases Subcommittee
of the BTS Standards of Care Committee.
BTS guidelines for the management of pleural infection
in children. Thorax 2005; 60 (Suppl. 1):i1-i21.
54. Sociedad Argentina de Pediatría, Comité Nacional de
Infectología. Consenso de vacunas. Arch.argent.
pediatr 1995; 93(2):113-139.
55. Ministerio de Salud de la Nación. Normas Nacionales
de vacunación 2003/2004. Disponible en http://
www.direpi.vigia.org.ar/pdf/Normas_ nacionales_
03-04.pdf. Accedido el 13/12/2005.
56. The IMpact-RSV Study Group. Palivizumab, a humanized
respiratory syncytial virus monoclonal antibody,
reduces hospitalization from respiratory syncytial
virus infection in high-risk infants. Pediatrics
1998; 102:531-537.
57. Comité de Estudios fetoneonatales, Comité de
Infectología, Comité de Neumonología. Recomendaciones
sobre el uso del palivizumab. Arch.argent.
pediatr 2000; 98(5):348-349.
58. American Academy of Pediatrics. Revised indications
for the use of palivizumab and respiratory syncytial
virus immune globulin intravenous for the
prevention of respiratory syncytial virus infection.
Pediatrics 2003; 112(6):1447-1452.
59. Avendaño IL, Larrañaga C, Palodino M, et al. Community
and hospital-acquired respiratory sincytial
virus infection in Chile. Pediatr Infect Dis J 1991;
10:564-568.
60. Speranza AM, Clary AL, Pereira T, Sapoznicoff L,
Schenone N. Estudio multicéntrico de infecciones
respiratorias agudas bajas en niños hospitalizados
menores de dos años. Arch.argent.pediatr 2003;
101(6):365-374.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario